sábado, 19 de noviembre de 2016

Una seguridad inquebrantable

El libro del Apocalipsis nos trae hoy un mensaje de esperanza: los testigos del Señor sufrirán la derrota de la muerte tras haber cumplido su misión, pero esa derrota es tan solo aparente porque la victoria del Señor, Dios de vivos, será también de los que hemos sido hecho partícipes de Su Resurrección (Ap 11,4-12).

Si nos paramos a pensarlo, el día a día también está amenazado por la muerte: morimos cuando contemplamos que nuestros proyectos y planes se van a pique, cuando sufrimos una decepción o un desengaño, cuando perdemos a alguien a quien amamos, cuando nos sentimos atacados, amenazados, incomprendidos, olvidados... 

Pero en el horizonte de esas "muertes" brilla el sol potente de la Resurrección del Señor. Esa luz, capaz de iluminar nuestro dolor, es testigo de una seguridad inquebrantable: la seguridad que nos recuerda que nada de eso tiene la última palabra. Es la victoria del Señor la que la tiene: Su Resurrección nos recuerda que también nosotros disfrutaremos de Su Vida cuando hayamos traspasado el umbral de nuestras muertes "cotidianas", preludio y ensayo para la última muerte, esa que nos abrirá la puerta de la Casa del Padre.