domingo, 11 de septiembre de 2016

Hijos en el Hijo

Las lecturas de la Misa de hoy nos presentan a dos hombres de quienes Dios se fió y a quienes encomendó una misión muy concreta: Moisés y Pablo de Tarso (Ex 32,7-11. 13-14; Timoteo 1,12-17).


También el Señor nos ha capacitado a ti y a mí, a cada uno de sus hijos, para que desempeñemos la tarea que nos ha encomendado; y ha confiado plenamente en nosotros dejando en nuestras manos parte de Su plan de salvación para todos los hombres. 

La vida consiste en descubrir esa tarea que no es una simple actividad, como cualquier otra de las muchas que nos toca llevar a cabo. Esa tarea que Dios pone en nuestras manos tiene un calado infinitamente mayor que las demás en tanto que nos conforma y nos da nuestra identidad verdadera: la que tenemos en Él.


La aventura apasionante de encontrarnos con esa misión y de asumirla como propia contará también con momentos de abatimiento, de deseos de abandonar, de dificultades y de huidas... El Señor lo sabe y se anticipa a nuestros miedos y titubeos mostrándonos la misericordia del Padre en el Evangelio de Lucas (15,1-32). Él mismo es Quien sale en nuestra busca cuando nos perdemos, como hizo el pastor y la mujer de las parábolas que recoge este fragmento con la oveja perdida y la moneda extraviada. Sí, Jesús sale a nuestro encuentro y nos carga sobre Sí para devolvernos al camino que nos conducirá a la Casa del Padre. Ese Padre que continuamente nos espera para abrazarnos y restituirnos en la dignidad que nos corresponde por Su infinita misericordia: la de ser hijos suyos en el Hijo.