jueves, 1 de septiembre de 2016

Dejándolo todo...


El Evangelio de hoy, que nos relata la vocación de Pedro, termina con estas palabras: "Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron" (Lc 5,1-11).


A primera vista, puede parecernos que estas palabras se refieren a esos primeros y, como mucho, a los que hemos entendido que el Señor nos pedía dejar todo para seguirLe en la vida consagrada. Sin embargo, el Espíritu Santo quiere que estas palabras puedan decirse hoy, aquí y ahora de todos y cada uno de los bautizados. Y es que todos nosotros, sea cual sea nuestra vocación específica, tenemos que "dejar todo" muchas veces al día para seguir a Jesús.

Pensaba que ese "todo" se refiere a los pequeños o grandes sucesos, a los encuentros y desencuentros que acontecen cada día, de los que somos testigos o protagonistas y que ralentizan nuestro paso en el seguimiento del Señor; que nos hacen perder el ritmo o la ilusión que nos impulsa a imitar Su vida. Todo eso es lo que tenemos que ir dejando a lo largo de la jornada para retomar la marcha al paso que marca el Espíritu.

A Él le pedimos hoy que nos haga ágiles para aparcar eso que nos aparta del camino que va abriendo Jesús para cada uno de nosotros cada día que nos regala; que nos dé Su fuerza y Su gracia para dejarlo a un lado, tal y como aquellos primeros apóstoles hicieron con sus barcas, para poder seguir a Jesús con paso decidido y alegre.