jueves, 30 de junio de 2016

Regresando a los orígenes

El Evangelio de hoy comienza con esta frase: "Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad" (Mt 9,1). Nos dice el evangelista que el Señor regresó a su ciudad, al punto del que había partido.

Este retorno me sugería los "retornos" que tú y yo tenemos que emprender muchas veces a lo largo de nuestra vida, incluso a lo largo del día, cuando nos desviamos o perdemos de vista aquello que nos impulsó a ponernos en marcha. Y es que la hoja de ruta que el Espíritu Santo nos desvela para seguir al Señor, se desdibuja o erosiona por las mil y una circunstancias que inciden en nosotros. A pesar de esto, Su gracia nos asiste para que podamos recuperar la visión y contemplar con nitidez eso que en un momento concreto de nuestra historia nos descubrió.

Tenemos que hacer parón de vez en cuando, frenar el ritmo y afirmar nuestros pies para que la corriente no nos arrastre. Porque, del mismo modo que continuamente tenemos el peligro de perder esas luces que brillaron iluminando nuestra senda, tenemos la posibilidad de recuperarlas para que "regresando a nuestra ciudad", que es el punto de partida, continuemos la travesía por el mar de nuestra vida haciendo que ésta se reoriente, una y otra vez, y siga la trayectoria marcada por la voluntad de Dios.



miércoles, 29 de junio de 2016

Descubriendo la propia identidad

La pregunta que el Señor dirige a sus discípulos, da pie a Pedro para hacer su confesión de fe: Jesús es, para ellos, el Mesías. Es entonces, tras la afirmación rotunda de Simón, cuando el Señor revela al pescador de Galilea su verdadera identidad (Mt 16,13-19).

Esto mismo sucede con nosotros: es el Señor Quien nos dice quiénes somos en realidad; es Jesús Quien nos va descubriendo nuestra misión a medida que se desarrolla y fortalece nuestra relación con Él. Por eso tratarLe haciendo de todo lo que nos sucede tema de conversación con Él, dejarLe que ocupe en nuestra vida el lugar que Le pertenece, nos conduce a descubrirnos a nosotros mismos y a caminar en la dirección adecuada para alcanzar la plenitud a la que el Señor nos llama. 

Ojalá que tú y yo vivamos así para que lleguemos a ser lo que Dios quiere que seamos; para que Su sueño sobre cada uno de nosotros se cumpla. Su gracia no nos falta; sólo tenemos que querer y poner nuestra libertad al servicio de ese sueño para que llegue a ser una realidad.



martes, 28 de junio de 2016

En medio de la tormenta

A veces nos sucede lo que a los discípulos que acompañaban a Jesús cuando se desató una fuerte tormenta en el mar de Galilea (Mt 8,23-27): a pesar de tenerLe con nosotros lo sentimos dormido, inactivo; dudamos de Su poder y Su providencia amorosa que nos protege continuamente y tememos hundirnos en el mar embravecido de las dificultades.

A veces tenemos la impresión de que Jesús permanece ajeno a lo que nos sucede, que se ha olvidado de nosotros. El Evangelio de hoy nos enseña a confiar en Él también en estas circunstancias en que Jesús parece dormido. Porque a nadie interesamos como al Señor, nadie nos ama como Él y jamás dejaría que nos sucediera nada que no pueda transformar en un bien para nosotros.

Cuando nos sintamos agobiados por los problemas, el sufrimiento, la enfermedad, dirijamos a Jesús la misma oración con la que aquella noche de temporal lo despertaron Sus discípulos: "Sálvanos, Señor, que nos hundimos". Podemos estar seguros: Jesús nos responderá ordenando a lo que nos perturba que cese en su ataque. Y mientras el temporal no amaine y las olas amenacen con hundirnos, contemplemos a Jesús, presente en nuestra barca: aunque esté dormido está ahí, junto a nosotros. Y a Su lado nunca nos sucederá nada malo.




lunes, 27 de junio de 2016

Pasar a la otra orilla

Comienza el Evangelio de hoy diciéndonos que Jesús, al verse rodeado por un gentío, mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla (Mt 8,18-22). Y es que vivir junto al Señor implica estar siempre en marcha, atento a Su voz y dispuesto a secundar Sus inspiraciones.

Sí, también a ti y a mí el Señor nos pide continuamente "pasar a la otra orilla" para tomar distancia de eso que amenaza con atarnos o frenar nuestro paso, siguiéndolo de cerca, todo lo cerca que nuestra pobreza y nuestras limitaciones nos lo permitan.

Vamos a pedir al Señor a lo largo de este día que no nos dejemos enredar por nada que pueda perturbar nuestra paz interior, que enturbie nuestra mirada para ver a las personas y los sucesos desde Su perspectiva, tapone nuestros oídos para escucharLe o embote nuestra atención impidiéndonos vivir centrados en lo único importante. Ojalá que aprovechemos el tiempo que nos regala para desprendernos de todo lo que no nos deja caminar en pos de nuestra propia plenitud que es Él mismo. Porque nos ha elegido para que la alcancemos y esto sólo se consigue teniendo el coraje de pasar a la otra orilla fiándonos de Su Palabra.



domingo, 26 de junio de 2016

Una determinada determinación

El Evangelio de hoy nos presenta un fuerte contraste: de un lado, la resolución firme y decidida del Señor de subir a Jerusalén para cumplir la voluntad del Padre; de otro, la actitud dubitativa de los que, aunque desean seguirLe, no terminan de poner a Jesús en el primer lugar en sus vidas (Lc 9,51-62).

Si no nos vemos capaces de más seamos, al menos, hombres y mujeres de deseos deseando que el Señor sea el primero. Vamos a pedir con sinceridad a Dios que, a medida que avance nuestra vida, nos dejemos despojar de todo lo que pretende ocupar el lugar que Le pertenece únicamente a Él. Vamos a pedir al Espíritu Santo que nos conceda la determinada determinación de ser sólo de y para Jesús.









sábado, 25 de junio de 2016

Encarnando la Palabra

Vamos a dejarnos maravillar, junto a Jesús, por la fe del centurión, pidiendo al Señor una fe semejante a la de este hombre (Mt 8,5-17). Pero también me gustaría detenerme en un detalle que revela el comienzo de este Evangelio para que no nos pase desapercibido: antes de que el centurión hiciera su profesión de fe, nada más plantear a Jesús algo que le preocupa -la enfermedad de su sirviente-, el Señor manifiesta la firme resolución de ir a curarlo sin esperar que el romano se lo pida. Es la misma actitud ante la fiebre de la suegra de Pedro, que es curada sin que medie ninguna petición.

No resulta difícil imaginar a un Jesús que se siente inclinado de manera irresistible a remediar el sufrimiento de aquellos a quienes ha venido a salvar: el Señor tiene prisa por actuar de modo que, lo que realiza en el exterior, lleve al descubrimiento progresivo de la salvación que opera en el interior, una salvación que es curación y liberación. Sí, Jesús tiene prisa por ir desvelando a los que se encuentran con Él el mar sin orillas de Su misericordia, una misericordia que se desborda asumiendo nuestras enfermedades y limitaciones para liberarnos de ellas porque Jesús es el Salvador.

Veo en este Evangelio una invitación a no desanimarnos por nuestra falta de fe o por su debilidad. No pasa nada: Jesús toma la iniciativa y busca las formas de hacernos capaces de recibir ese don precioso que nos regala y que Él mismo se encarga de alimentar y robustecer. Vamos a meditar despacio este fragmento del Evangelio de Mateo dejando que esta Palabra, viva y eficaz, nos cale hasta el fondo, tome posesión de nuestro corazón y vaya tomando cuerpo en nosotros conformándonos con Ella. Que María, Madre de la Palabra, interceda por nosotros para que esto sea una realidad en nuestra vida.



viernes, 24 de junio de 2016

¿Qué va a ser de este niño?

Con esta pregunta, pronunciada por los que tuvieron noticia del nacimiento del Bautista, se cierra el Evangelio de hoy (Lc 1,57-66.80).

Esta misma pregunta puede hacerse de cada uno de nosotros porque, como reza el Salmo 138, "Dios nos ha escogido portentosamente". Si nos paramos a pensar un poco, el Señor nos ha creado para que participemos de Su misma Vida; para establecer con cada uno de nosotros una relación personal, única, irrepetible, en la que ir comunicándonos todos Sus bienes. Tu vida y la mía, la de todos y cada uno de los hombres sin excepción, es, desde el mismo momento en el que Dios nos regala la existencia, una aventura apasionante que consiste en responder a Su gracia que nos va descubriendo en el Hijo quiénes somos y que nos va conformando con ese Modelo que es Cristo, el Señor.

Vamos a hacer un alto en nuestro día, pidiendo la intercesión del que arrancó de Jesús el mayor piropo salido de Sus labios cuando afirmó de él que era el mayor de los nacidos de mujer, para responder a Su llamada con la pasión y la entrega con las que él lo hizo; vamos a hacer un alto en nuestro día para agradecer el don de la vocación con la que el Señor nos ha confiado parte de Su misión contando con nuestra colaboración para anunciar a todos la Buena Noticia: que nos ama con amor infinito y que nos ha llamado a una vida en plenitud junto a Él.



jueves, 23 de junio de 2016

Con la firmeza de la roca

Hoy Jesús nos dice que entrará en el reino de los cielos quien cumpla la voluntad del Padre (Mt 7,21-29), esa voluntad que fue Su alimento y que vivió en todo momento dejándonos un ejemplo a seguir.

El Señor obedeció siempre al Padre y nos invita a  ti y a mí a hacer lo mismo: obedeciendo a Su Palabra seguimos Sus pasos y nos abrimos a la acción de Su Espíritu que va modelando en nosotros Su imagen y da solidez a nuestra vida.

Ojalá nos dispongamos para escuchar la voz del Señor que resuena en Su Palabra y vayamos configurando nuestra vida según Su voluntad. Así tendremos una vida firme, sólida, auténtica, capaz de resistir a todos los envites que se estrellarán contra ella sin destruirla.



miércoles, 22 de junio de 2016

Por sus frutos los conoceréis

El Señor nos dice en el Evangelio de hoy que los árboles se conocen por los frutos que dan (Mt 7,15-20). Pensaba que, quizá, hoy podríamos pararnos un poco para ver en Su Presencia qué frutos estamos dando...

Jesús no pide cosas imposibles: nos ha dado Su Espíritu que nos asiste continuamente para que descubramos cuál es Su voluntad y procuremos vivir según ella. Y es el Espíritu Santo el que produce en nosotros los frutos que son de Él: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Gálatas 5,22). 

Hoy pido al Señor para ti y para mí que nos dejemos educar por Su Espíritu que, sirviéndose de las pequeñas cosas de cada día, prepara nuestra tierra para que broten de ella estos frutos en los que Dios se complace.




martes, 21 de junio de 2016

La Puerta es Cristo

La lectura del segundo libro de los Reyes (19,9b-11. 14-21. 31-35a. 36) nos presenta el poder que tiene ante Dios la oración confiada: es la plegaria de un solo hombre, el piadoso rey Ezequías, la que salva a Israel de caer en manos de Senaquerib, rey de Asiria.

La victoria es de nuestro Dios, que se ha dado a Sí Mismo por nosotros, por cada uno, por ti y por mí. Por eso, aunque sus invitaciones puedan parecernos exigentes -¡lo son!- y, a veces, imposibles -sin el auxilio de Su gracia no podemos secundarlas-, contamos con el poder de la oración para vencer a nuestros enemigos... ¡porque no somos nosotros quienes los vencemos, sino el mismo Jesús Quien lo hace en nosotros!

Entrar por la Puerta estrecha, que es Jesús, es difícil. Porque imitar Su vida, entregarnos como Él lo hizo, nos supera de todas, todas. Pero tú y yo, por gracia inmerecida, ya hemos dado con esa Puerta con la que pocos dan, según las palabras del Señor en el Evangelio de hoy (Mt 7,6. 12-14). Y atravesarla es posible si queremos de verdad, se lo pedimos a Quien es la Puerta, y nos dejamos empujar por Su gracia para pasar al otro lado.



lunes, 20 de junio de 2016

Dejándonos hacer

Nos invita hoy Jesús en el Evangelio a no lanzarnos imprudentemente a corregir a los demás sin habernos mirado antes a nosotros mismos para ver qué es lo que en nuestra vida cristiana desdice de ese calificativo (Mt 7,1-5).

Pensaba que podemos convertir ese impulso inicial a juzgar a los demás en un "despertador" para examinar nuestros comportamientos, reacciones y omisiones con la firme intención, por un lado, de poner de nuestra parte lo poco que podamos para poner lo que falta y quitar lo que sobra en nuestro modo de conducirnos; y por otro, de pedir con insistencia el auxilio de la gracia para lograrlo porque sin Jesús no podemos hacer nada.

Me parece que es buenísimo tener deseos de que las cosas y los demás cambien cuando juzgamos, sin apasionamiento y con honestidad, que ni unas ni otros son como tendrían que ser. Pero esto, la mayor parte de las veces, no está en nuestra mano. Quizá podríamos empezar a ver las cosas de otro modo y "emplear" eso que no nos gusta o nos molesta como el mejor aliado para comenzar a cambiar nosotros. Porque dejar, con plena conciencia y lucidez, con consentimiento pleno, que todo lo que nos contraría y que no podemos eliminar nos purifique, sin oponer resistencia a ese proceso sin duda doloroso, es el principio de nuestra propia conversión, esa conversión que es tarea continua y que nos permite ir girándonos hacia el Señor para descubrir Su mirada sanadora que cura nuestras heridas y nos va transformando en Él.

Ojalá que tú y yo aprendamos a escuchar Su voz en todo eso que, viniendo de los demás o de las circunstancias, nos hace sufrir. Ojalá que dejemos que todo eso sirva en Sus manos amorosas de instrumento eficaz para ir creciendo en humanidad, para irnos pareciendo a Él. Puedes estar seguro de que Su gracia te va a faltar.



domingo, 19 de junio de 2016

Contemplar para responder

El Evangelio de hoy (Lc 9,18-24) comienza con una frase que ha llamado mi atención: "Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó...". ¿Cómo -preguntaba al Señor- podías estar solo si tus discípulos estaban allí contigo? Y me ha parecido entender que me respondía lo que ahora os cuento, invitándome después a hacer algo.

Jesús está solo ante el Padre porque es Uno con el Padre de tal manera que es el Único que puede estar con Dios así: solo. Pero todo lo creado, y muy particularmente cada uno de nosotros, ha recibido  la existencia por Él y todo le pertenece -¡¡¡somos suyos!!!-. Por eso tú y yo somos presentados al Padre en y a través de Jesús. Siempre estamos en presencia de Dios porque existimos, somos y vivimos en el Hijo que es Uno con el Padre en el Espíritu. Sí, tú y yo accedemos al Padre por medio del Señor y nuestra oración no es sino la suya porque, en Su infinita misericordia, nos ha concedido participar de todo lo que es Suyo.

Vamos a contemplar a Jesús orando; vamos a tratar de imaginarlo así, en oración. Nos distraeremos a menudo: no pasa nada; vuelve a intentarlo. Vamos a representarnos la imagen del Maestro en oración y a disponer nuestra atención para responder a Quien, sin duda, nos responderá de un modo u otro.



viernes, 17 de junio de 2016

Mirando a la Luz

Hoy Jesús nos propone acumular "riquezas" en el Cielo para que no se pierdan. Porque allí donde esté nuestro tesoro, estará nuestro corazón (Mt 6,19-23).

Pensaba que, sin duda, el mejor tesoro es el Señor. Pero, ¿cómo hacer que Él lo sea verdadera y realmente? Me parece que ésta es una buenísima pregunta que todos tenemos que hacernos en Su Presencia, tratando de escuchar la respuesta que nos llegará desde nuestro interior, donde Jesús habita permanentemente en Su Espíritu. Os cuento lo que a mí me ha parecido escuchar esta mañana:

Hacer del Señor mi tesoro es ponerLe en el centro de mi vida evitando dos cosas: quedar atrapada en las baratijas que engañan con su apariencia atractiva y detener nuestra mirada en el mal que la enturbia impidiéndonos verLe a Él. 

En cualquier caso, se trata de intentar centrar la mirada en Jesús, el auténtico tesoro, el Único capaz de salvar y dar la felicidad que nuestro corazón añora y desea, y no dejarnos seducir por otras "riquezas" que brillan con una luz falsa; se trata, también, de no dejarnos envolver por la madeja que teje el mal, que descubrimos en nosotros y en los demás, escapando de esos tentáculos, de esas salpicaduras que empañan nuestra visión y la oscurecen impidiéndonos ver la Luz.

Termina el Evangelio de hoy con la llamada de Jesús a preservar la salud de nuestro ojo para que todo nuestro cuerpo tenga luz. Vamos a intentar secundar este consejo del Maestro guardando nuestros ojos del mal, apartándolos de lo que nos hace daño para dirigir nuestra mirada únicamente a Jesús, la verdadera Luz. Así conseguiremos que todo lo demás desaparezca de nuestro campo de visión y veremos nuestro interior iluminado con la Luz que es Él mismo. Que el Señor nos regale la gracia de quedar ciegos para todo lo que no es Él haciendo que nuestras vidas transcurran mirando a la Luz.


 

jueves, 16 de junio de 2016

¡¡¡Dios es Padre!!!

Hoy Jesús nos invita a descansar en una realidad que, a menudo, nos pasa desapercibida: Dios es nuestro Padre (Mt 6,7-15). Y este Padre es todo amor, cuidado providente, ternura... 

Nuestro Dios tiene entrañas paternales y maternales y su poder es infinito. Por eso Jesús afirma que ese Padre entrañable, del que nos habló y al que llegamos por medio de Él, sabe lo que necesitamos antes de pedírselo.

Busca un rato de silencio a lo largo del día para pedir al Espíritu Santo que te conceda la gracia de paladear esta verdad que Jesús nos ha anunciado. Saboréala con el paladar de tu alma y deja que te cale hondo, muy hondo, siendo permeable a la acción del Espíritu en ti. Luego, despacito, ora con esa oración maravillosa que Jesús nos enseñó que es el padrenuestro. Mejor: deja que Su Espíritu la ore en ti.



miércoles, 15 de junio de 2016

Sólo Dios

Hoy Jesús nos invita a hacer todo sólo para el Padre, mirando al Cielo (Mt 6,1-6). Por eso, nos dice, cuando hagas limosna, reces o ayunes, hagas lo que hagas, actúa con rectitud de modo que lo hagas para contentar a Dios, para devolverLe, apoyado en Su gracia, un poquito de lo mucho que te ha dado...

Buscar sólo a Dios, trabajar para Él, pensar y sentir y amar únicamente para agradar a nuestro Padre. Escucha Su Voz en tu corazón y descubrirás con qué fuerza te atrae a Sí poniendo en lo más profundo de ti un hondo deseo de vivir y respirar sólo para Él...

Vamos a pedirLe hoy que nos regale la rectitud, la honradez y la coherencia de pensar, hablar y actuar guiados por Su Espíritu. Él se encargará de poner en nuestros pensamientos, palabras y obras la transparencia del que desea vivir sólo para Dios; Él nos regalará la valentía y la fortaleza para actuar siempre en conciencia sin que nos importe lo que piensan de nosotros. Porque sólo a Dios debemos mirar si queremos que Su Voluntad se cumpla en nosotros.



martes, 14 de junio de 2016

Imitando a Jesús

¡Qué difícil nos parece seguir el mandato del Señor "sed perfectos como vuestro Padre"! (Mt 5,43-48). Nos lo parece y lo es. Pero sólo si contamos únicamente con nuestras propias fuerzas olvidándonos de la asistencia del Espíritu, que vela y trabaja para hacernos imagen perfecta del Hijo.

Jesús, el rostro humano del Padre, vivió haciendo el bien y rogando por quienes no lo amaban hasta los últimos momentos de su vida en la tierra. Él, que nos mostró las entrañas misericordiosas del Padre, no se limitó a dejarnos un ejemplo imposible de seguir, sino que puso a nuestro alcance Su gracia y nos dio Su Espíritu para que nosotros pudiéramos vivir igual.

El amor a los enemigos, la misericordia para con ellos, no es una meta inalcanzable porque el Espíritu del Señor habita en nosotros haciendo posible que vivamos haciendo el bien y pidiendo por los que son causantes del mal. Vamos a pedir hoy a Jesús que no permita que abandonemos de antemano sus propuestas por considerarlas imposibles, sino que nos fiemos de Su Palabra, Todopoderosa, que hace lo que dice y que es capaz de transformarnos en lo que estamos llamados a ser: hijos en el Hijo.



lunes, 13 de junio de 2016

Creer y querer

Hoy nos hace Jesús una serie de propuestas que pueden resultar escandalosas y, en cualquier caso, imposibles: dejarnos abofetear sin oponer resistencia; dar a quien nos reclama -quizá injustamente- más de lo que nos pide; acompañar a quien solicita nuestra presencia; no rehuir a quien nos pide prestado... (Mt 5,38-42).


¿Cómo vamos a poder hacer esto, Señor?, podemos preguntarLe... ¿Cómo...? Esta forma de actuar deshace nuestros esquemas y nos parece inalcanzable, incluso irracional y suicida. Sin embargo, no lo es por la sencilla razón de que, Quien nos lo pide, puede hacer en nosotros esto que nos pide y mucho más. Pero... ¿nos creemos esto de verdad? ¿Creemos en el poder de Dios para dar a nuestra vida la vuelta como se le da a un calcetín? ¿Creemos o no creemos?


Haciéndome estas preguntas venía a mi cabeza y a mi corazón que, quizá, un buen comienzo para empezar a seguir de verdad los pasos del Maestro consista en creer sin componendas ni apaños que Él puede hacer en ti y en mí esto y mucho más. Por eso puede que un buen comienzo sea evitar la valoración de la dificultad y lo ilógico que resulta todo lo que nos propone Jesús para hacer actos de fe en Él, que es Dios Todopoderoso: Sí, Señor, creo que tú puedes hacer en mí todo lo que te propongas. Creo y, además, quiero con toda mi alma que sea así. 



domingo, 12 de junio de 2016

Una fidelidad inquebrantable

Vamos a disfrutar hoy meditando la fidelidad del Señor, que no se cansa de perdonar. Vemos una prueba de ella en la primera lectura: aunque el rey David ha hecho lo que el Señor reprueba, Natán le anuncia de parte de Dios que ha sido perdonado (2Samuel 12,7-10. 13). También Jesús, en el Evangelio, perdona sus muchos pecados a la mujer, que llora a sus pies, porque ha amado mucho (Lc 7,36 - 8,3). 

El Señor nos da la clave: el amor, demostrado en nuestras pequeñas y frágiles manifestaciones, es el que alcanza el perdón de quien confía en la misericordia de Dios y reconoce con honradez su propio pecado, tal y como hizo David.


¡¡¡Ánimo!!! Vamos a dar gracias a Dios por Su fidelidad; vamos a pedirLe Su gracia para reconocer lo que nos aparta de Él; vamos a demostrarLe con hechos y de verdad que Le queremos con toda nuestra alma. No nos cansemos de pedir perdón a Quien nunca se cansa de perdonar. Porque tú y yo fallamos una y otra vez, pero la fidelidad del Señor es inquebrantable.



viernes, 10 de junio de 2016

Como un susurro

La lectura del libro primero de los Reyes (19,9a. 11-16) relata cómo el Señor pide a Elías, que acaba de llegar al Horeb, que aguarde Su paso en ese monte.

Previamente, el profeta se ha dejado guiar en su camino por el ángel del Señor, a pesar de su resistencia a ponerse en marcha. Sí, Elías se vence a sí mismo y obedece esa voz que lo conduce. Luego llega la espera hasta el momento del paso de Dios, cuya voz escucha Elías como un susurro en una brisa suave.




Pensaba que ésta es la historia que el Señor hace con cada uno de nosotros: nos guía hacia el lugar donde encontrarse con nosotros y nos pide la paciencia de esperar hasta decirnos qué hacer y en qué dirección hemos de dar el paso siguiente. Básicamente éste es el esquema de nuestra vida.

Él, el Dios fiel, siempre se manifiesta y nos habla. Lo único que tenemos que hacer es poner lo poquito que pide de nuestra parte, porque el Señor nos ha hecho libres y quiere que le respondamos desde esa libertar total y transparente que nos ha regalado. Puedes estar seguro: si haces silencio; si lo buscas de todo corazón, conseguirás escuchar su susurro que siempre, siempre, viene a ti empujado por una brisa suave.



jueves, 9 de junio de 2016

Él lo hace en ti y a través de ti... si Le dejas

Ayer nos decía el Señor que había venido a dar plenitud a la ley y a los profetas. El Evangelio de hoy nos presenta un ejemplo de esa plenitud a la que se refería Jesús (Mt 5,20-26).

El mandamiento de no matar se queda muy por debajo de lo que el Señor nos pide a ti y a mí. Porque, como Él mismo nos dice, todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y añade que no podemos pretender hacer una ofrenda a Dios si no nos hemos reconciliado antes con aquel de quien nos habíamos distanciado.

Esto nos parece excesivo -al menos a mí- e imposible de alcanzar: ¿quién no ha llamado imbécil o renegado al que le ha hecho daño de algún modo? ¡Claro que es difícil lo que Jesús nos pide! Pero deja de serlo si contamos con la realidad: Él nos da Su gracia para que vivamos así y Su Espíritu nos fortalece con sus dones para hacer esto posible. 

Pienso que es bueno, muy bueno, que nos sintamos pobres e incapaces de vivir la Vida de Jesús. Es realmente bueno si este sentimiento, fruto del conocimiento de nosotros mismos y de nuestros límites, nos lleva a orar con la fe y la humildad de Elías (1Re 18,41-46) pidiéndoLe al Señor que tenga compasión de nosotros y sea Él Quien ame, perdone y acoja a los demás en y a través de nuestra pobreza y limitación.



miércoles, 8 de junio de 2016

Hijos en el Hijo

Jesús afirma hoy con rotundidad en el Evangelio de Mateo que ha venido a dar plenitud a la ley y a los profetas (5,17-19). Por eso ya no nos justifica el cumplimiento de la ley -imposible para nosotros- sino la fe en el Señor.

Él, en Quien han encontrado su plenitud la ley y los profetas, ha querido hacernos partícipes de esa plenitud por pura gracia: es Su Espíritu Quien nos transforma en "otros cristos". Así llegamos a ser lo que ha dispuesto la voluntad del Padre: hijos en el Hijo.

Sí, esta transformación en Cristo, nuestro Modelo, se lleva a cabo por la labor de Su Espíritu que mora en nuestro interior y que cambia nuestra mente y nuestra vida a medida que acogemos la Palabra de Dios y nos dejamos modelar por Ella.

Medita con paciencia amorosa la Sagrada Escritura; deja que el Espíritu te hable a través de Ella configurando tu propia vida con la Vida de Aquel a Quien toda Ella se refiere; déjate transformar desde dentro creyendo con toda tu alma que tu identificación con el Señor es posible porque es Dios mismo Quien la realiza. Medita, acoge, paladea, disfruta, ábrete a la gracia que cambia tu corazón y tu mente mostrándoles unos horizontes anchos, inabarcables, llenos de luz. Así, poco a poco, irás -iremos- siendo una viva imagen del Hijo en Quien Dios tiene puestas todas sus complacencias.



martes, 7 de junio de 2016

Ser luz con Su Luz

Impresiona descubrir, en la sencillez del relato, la fe de los dos protagonistas de la lectura de hoy (1Re 17,7-16). La de Elías, que no duda en la Palabra del Señor y promete a la viuda de Sarepta que ni su harina ni su aceite se agotarán; y la confianza y docilidad de esta mujer en el profeta haciendo lo que él le ordena.

Sí, en uno y en otra brilla el poder de Dios, dador de todos los dones. Porque si Elías actúa con una confianza inquebrantable en Su Palabra y la viuda obedece sin dudar, se debe a Dios. Y es que Él lo hace todo… si Le dejamos.


El profeta, que vivía de Dios y para Dios atendiendo a Su voz, es el instrumento del que el Señor se vale para empezar a conquistar el alma de la mujer pagana. En este hombre de Dios podemos vernos tú y yo, cada uno de los bautizados. Porque, no lo dudes, si tratamos de vivir del Señor y para Él, nuestra vida iluminará la de muchos  mostrándoles el rostro de Dios, ese rostro amoroso y amable que Él hace brillar sobre todos sus hijos haciéndoles partícipes de Su Luz.



lunes, 6 de junio de 2016

Una lógica que nos supera

La lectura del primer libro de los Reyes (17,1-6) nos muestra el cuidado de Dios para con Elías en el desempeño de su misión. El profeta confió en la palabra del Señor, le obedeció, y pudo experimentar en su propia vida cómo la providencia de Dios, generosa, magnánima, se volcó en él.

Si alimentamos la confianza en el Señor, que aumenta al meditar Su Palabra -Ella nos enseña cómo es y cómo actúa-, veremos que es Él Quien nos sostiene, Quien cuida de nosotros, Quien nos da la gracia para realizar la tarea que nos ha encomendado. 

El espíritu de las bienaventuranzas, propuestas en el Evangelio de hoy (Mt 5,1-12), apunta en esta dirección: creer que lo que el Señor nos pide nos lo ha dado antes; confiar en que Su Palabra es verdad porque Él es la Verdad de Dios. Confiar sin dejar de pedirLe que cambie nuestra mente y nuestra manera de ver y entender el mundo; que le dé la vuelta como un calcetín para que podamos entrar en Su lógica, esa que nos parece una utopía inalcanzable si la contemplamos desde nuestros pobres y raquíticos criterios humanos. Así seremos felices, porque abrazar la lógica de Dios es alcanzar la felicidad verdadera.





domingo, 5 de junio de 2016

Entrañas de misericordia

Hoy vemos a Jesús conmoviéndose ante el llanto de la mujer viuda que ha perdido a su único hijo (Lc 7,11-17).

Puede que el Señor viera en ella a Su propia Madre en el momento de Su sacrificio por todos los hombres, por cada uno; por ti, por mí... No sabemos... De lo que sí podemos estar seguros es de que Jesús tiene entrañas de misericordia; que el dolor humano le conmueve y que, mientras recorría los caminos de Palestina, hizo todo lo posible por erradicarlo. Sí, nuestro Dios tiene entrañas de misericordia; nuestro Dios es humano. Por eso le interesa todo lo tuyo y lo mío... ¡¡¡Todo!!! Porque Él sintió lo mismo; pasó por todo lo que nosotros pasamos.

En Su mano estaba el poder de remediar el dolor con el que se encontraba y así lo hacía para que Sus obras dijeran a todos que el Reino de Dios había llegado. Y en tus manos y en las mías está el poder, mucho mayor -¿no nos dijo que haríamos milagros mayores que los que Él hizo?-, de acudir al Señor presentando el sufrimiento que vemos y sentimos para que sea Él Quien lo transforme en redención para quien lo sufre y para tantos...

Sí, la oración, hecha con fe, es un arma infalible contra lo que nos hace sentir impotentes y pequeños ya que el Señor ha vencido al dolor y a la muerte haciendo de estos enemigos del hombre sus mejores aliados para que la gloria de Dios brille en nuestras vidas.



sábado, 4 de junio de 2016

Dios ve el corazón

Contemplamos hoy a Jesús sentado frente al cepillo del Templo (Mc 12,38-44). Ante Sus ojos desfilan todos los que van depositando allí sus ofrendas. De todas esas personas, sólo una llama la atención del Señor: la pobre viuda que echa en el cepillo todo lo que tiene para vivir. Es entonces cuando el Maestro llama a los suyos para enseñarles a mirar de otro modo.

Sí, Jesus ve más allá: Su mirada penetra hasta lo más hondo de las personas; no se queda en la superficie. Nosotros, ayudados por Su gracia, aunque no lleguemos tan hondo podemos, al menos, pensar que lo que vemos no siempre se corresponde con la realidad profunda que sostiene lo que aparece ante nuestros ojos.

Vamos a pedir a Jesús que nos recuerde esto cada vez que vayamos a emitir un juicio. Y vamos a pedirLe también el coraje de aquella viuda que dio todo, sin guardarse nada, fiada en la providencia de Dios que jamás falla a los que en Él confían.



viernes, 3 de junio de 2016

Nuestro Hogar

Meditar la lectura del profeta Ezequiel (34,11-16) que hoy nos propone la liturgia de la solemnidad del Corazón de Jesús, ensancha el alma y la hace respirar a pleno pulmón.

El Señor nos anuncia que Él mismo es Quien nos busca cuando nos hemos perdido o despistado tragados por el desánimo o la oscuridad. Y es que, a pesar de que deseamos seguirlo, este seguimiento se hace a veces cuesta arriba cuando hacen su aparición en escena las dificultades interiores o precedentes del ambiente que nos rodea.

En esos momentos hemos a acudir al que nos ha dicho que vayamos a Él cuando estemos cansados y agobiados. Pero, como el Señor conoce nuestras limitaciones y nuestra debilidad, nuestra falta de fuerzas, está siempre dispuesto a salir a nuestro encuentro para llevarnos junto a Él y alimentarnos con Su Palabra y Su Cuerpo saciando nuestra sed con Su Sangre y con el agua de Su Espíritu que derrama abundantemente sobre nuestros cuerpos sedientos y fatigados, cubiertos del polvo del camino. 

Sí, Él es nuestro Pastor. Por eso es Él mismo Quien se encarga de nuestro cuidado. Ojalá que nos dejemos cargar sobre Sus hombros para recibir todo lo que desea darnos, que es tanto. Ojalá nos dejemos introducir en ese Corazón  Suyo que es nuestro Hogar.



jueves, 2 de junio de 2016

Preguntando al Espíritu

En el Evangelio de hoy (Mc 12,28b-34), el Señor nos dice que el secreto de una vida plena consiste en un permanente "girar" en torno a Dios, sin salirnos de su órbita. Porque permaneciendo en ella, nos sentiremos amados incondicionalmente por Él y nos dispondremos a recibir Su Amor. Así, sólo así, podremos amarlo como nos pide: devolviéndoLe un poquito de ese Amor que ha derramado en nuestros corazones dándonos Su Espíritu, y amando a los demás tomando de esa superabundancia con la que todo un Dios-Amor se vuelca en sus pequeñas criaturas. "No hay mandamiento mayor que estos", dice Jesús al letrado que le pregunta. 

El que nos ha dado este mandato nos ofrece toda Su gracia para que podamos vivirlo. Para dejarnos bañar por esa gracia basta con que nos "pongamos a tiro" de Quien nos la regala a manos llenas... Busca hoy unos minutos para hacerlo: ponte frente a Jesús, déjate amar por Su mirada y devuélveLe, por manos de Su Madre, un poco de ese Amor. ¿Cómo hacer esto?, preguntas. Me parece que basta con que hagas un poco de silencio y se lo preguntes al Espíritu Santo que te habita. Estate seguro de que te dirá cómo hacerlo.




miércoles, 1 de junio de 2016

Caminar bajo su luz

El planteamiento acerca de la resurrección que los saduceos hacen a Jesús en el Evangelio de hoy (Mc 12,18-27), nos ofrece una respuesta del Señor que da mucho que pensar: "Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios".

Sí, nuestros juicios sobre la propia vida y la de los demás; sobre lo que sucede en el día a día, envuelto en cotidianidad, o sobre los acontecimientos que sacuden nuestra sociedad y nuestro mundo, son erróneos porque, al juzgarlos, nos falta la luz de la Palabra de Dios y el conocimiento de Su poder.

Vamos a pedir al Espíritu que nos enseñe a penetrar con Su mirada todo lo que pasa, por dentro y por fuera, y que nos ayude a levantar la nuestra hacia Dios, como reza el salmo de hoy (122), para conocerlo cada día un poco más y mejor. Esto, puedes estar seguro, nos hará salir de nuestros errores y caminar seguros bajo su luz.